¿Qué sucede cuando un líder no sabe cómo regular sus emociones difíciles, como el miedo y la ira, o cómo transmitir motivación, empatía o resiliencia? La gestión emocional es ciertamente un desafío, y ser responsable de los resultados de una compañía en un entorno de incertidumbre puede ser extremadamente intimidante. Sin embargo, esta situación también puede verse como una oportunidad para entrenar el coeficiente emocional y llevarlo a un nivel superior. Enfrentar los desafíos actuales también brinda un espacio para ejercer la humildad intelectual, reconociendo que todos estamos en el proceso de aprender a gestionar nuestras emociones, entender cómo podemos convertirlas en nuestras aliadas para la toma de decisiones y aceptar que el líder influye en el clima emocional de quienes le rodean a través del contagio emocional facilitado por las neuronas espejo. Este artículo busca propiciar elementos fácilmente aplicables para entender nuestro nivel de coeficiente emocional y qué acciones podemos tomar para incrementarlo.
Aunque todos podemos tener momentos en los que nuestras emociones se desbordan, el impacto de un líder que no sabe regular sus emociones puede ser considerablemente mayor. Ya que están en juego los resultados de la compañía, la seguridad psicológica de los colaboradores y la credibilidad del líder ante los demás. Un líder emocionalmente descontrolado puede afectar negativamente la motivación y el bienestar del equipo, socavando la cohesión y la productividad de la organización.
Independientemente del motivo detrás de la volatilidad emocional, la buena noticia es que todos independientemente de la edad podemos aprender a autorregularnos mejor. Los avances en la neurociencia afectiva nos han evidenciado que podemos beneficiarnos del aprendizaje de estrategias para gestionar nuestras emociones de manera más efectiva. La regulación emocional implica desarrollar la capacidad de controlar y ajustar nuestro estado emocional, lo cual es esencial para mantener un liderazgo equilibrado y eficaz.
Recuerdo a «Juan», el gerente de calidad de una multinacional, conocido por su mal carácter según sus colaboradores. No toleraba el error y su rostro se enrojecía en las reuniones cuando las cosas no salían bien. Era común verlo elevar la voz y mostrar movimientos descontrolados. Un día, durante una reunión regional, se enfureció tanto que lanzó su computadora por la ventana. Las personas en la sala lo miraban aterradas, sin poder creer lo que estaban presenciando. Ese día me llamaron, y dos días después llegué para realizar el «exorcismo». Esperaba encontrarme con el mismísimo Voldemort, pero me recibió un señor muy educado e inteligente, con un problema de sobreexigencia que lo superaba y provocaba su ira desmedida.
Es posible que tu como yo también conozcas personas que les pasan este tipo de situaciones ya sea con el estrés, la ira o el miedo, que no tienen herramientas para regular la respuesta emocional y terminan descontrolados, aquí es donde entra el tema del Coeficiente Emocional (CE) una medida de la capacidad que tiene una persona para reconocer, comprender, utilizar y gestionar sus propias emociones de manera efectiva, así como las emociones de los demás.
Juan siempre pensaba que necesitaba hablar tres idiomas, saber de IA y actualizarse en las tendencias del mercado, pero veía el tema de la inteligencia emocional como algo muy «soft» sin mayor trascendencia en su rol como líder, después de unas cuantas preguntas fríamente calculadas para hacerle evidente que necesitaba desarrollar habilidades de regulación emocional me dijo «esa materia me la quedaron debiendo en el MBA» y no era su culpa no tener herramientas, pero si su responsabilidad.
Las 5 habilidades imprescindibles para regular tus emociones
- Crear Espacio para la Reflexión: Las emociones intensas pueden surgir rápidamente, nublando el juicio y provocando reacciones impulsivas. Aprender a hacer una pausa, respirar profundamente y crear un espacio mental entre el estímulo y la respuesta es fundamental. Esta pausa permite analizar la situación con mayor claridad y elegir una respuesta más adecuada. No esperes a que la emoción te supere, dedica cada día unos cuantos minutos para respirar lento y tranquilizarte, así entrenas a tu cerebro para que responda a la señal de respiración controlada cambiando la respuesta física de lucha y huida por calma y restauración.
- Conectar con las Sensaciones Corporales: Las emociones no son solo mentales, sino también físicas. Prestar atención a las sensaciones corporales, como la tensión muscular, el ritmo cardíaco o la respiración, puede proporcionar pistas valiosas sobre el estado emocional. Al sintonizar con el cuerpo, podemos identificar y abordar las emociones antes de que se intensifiquen. Elige la relajación en este momento, distensiona tu cara, amplía tu pecho, respira lento tres veces y percibe cómo cambia tu actitud.
- Nombrar las Emociones: Poner nombre a lo que sentimos es un paso crucial para comprender y gestionar las emociones. Al identificar si estamos enojados, tristes, ansiosos o frustrados, podemos empezar a explorar las causas subyacentes y desarrollar estrategias de afrontamiento más efectivas.
- Aceptar las Emociones sin Juicio: Las emociones son una parte natural de la experiencia humana. En lugar de reprimirlas o negarlas, es importante aceptarlas sin juzgarlas como «buenas» o «malas». Practicar la autocompasión y reconocer que todos experimentamos una amplia gama de emociones puede ayudarnos a desarrollar una relación más saludable con nuestros sentimientos.
- Cultivar la Atención Plena: La atención plena, o mindfulness, implica prestar atención al momento presente sin juzgar. Esta práctica puede ayudarnos a observar nuestras emociones con mayor claridad, identificar patrones de pensamiento negativos y desarrollar una mayor capacidad de respuesta ante situaciones desafiantes.( te prometo una próxima entrada sobre el tema)
Después de 4 semanas en las que Juan trabajo en estas habilidades pudo transformar la regulación emocional en una poderosa herramienta para mejorar su desempeño, fortalecer sus relaciones y responder ante las dificultades de una manera más resiliente y exitosa.
3 estrategias que puedes incluir en tu trabajo interno para desarrollar tu coeficiente emocional
- Cuestiona tu narrativa interna: A menudo, nuestras reacciones emocionales se basan en interpretaciones subjetivas de los acontecimientos. Ante una situación desafiante, es crucial cuestionar la narrativa que estamos construyendo en nuestra mente. ¿Estamos asumiendo lo peor? ¿Existen otras explicaciones posibles?
- Cultiva un diálogo interno positivo: La conversación interna que tenemos genera un impacto poderoso en nuestro estado emocional. Reemplazar el diálogo interno negativo con afirmaciones positivas y alentadoras puede ayudarnos a manejar mejor las emociones difíciles. En lugar de decir «Soy un fracaso», podemos decir «Estoy aprendiendo y creciendo». Este cambio sutil puede marcar una gran diferencia en nuestra resiliencia emocional.
- Elige tu respuesta: Aunque las emociones pueden sentirse abrumadoras, tenemos el poder de elegir cómo responder a ellas. En lugar de reaccionar impulsivamente, podemos hacer una pausa, respirar profundamente y considerar diferentes opciones. ¿Podemos expresar nuestra frustración de manera constructiva? ¿Podemos buscar apoyo en un colega o mentor? Al elegir nuestras respuestas con conciencia, podemos transformar situaciones difíciles en oportunidades de crecimiento y aprendizaje.
Tener un alto coeficiente emocional es un proceso y requiere de conciencia y constancia, dedicar un espacio cada día para hacer tu trabajo interno y después colocarte a prueba en la vida real te permitirá no solo ser más efectivo en tu rol de líder, sino ser una mejor persona y vivir en mayor plenitud.